¡Que mal está cargada la mirada en tus ojos!.
Hay puñales, abrojos,
facturas adeudadas;
Destellos acunados
de peleas y enojos.
Hay carbón encendido
de malestar,
y herido corazón
que vacilante,
se guarda en el rencor
todo el instante
para hacerlo estallar si el amor muere.
¿Acaso, conversar no nos conviene?
¿o a las palabras, solo hastío, logramos arrancarles?
¿o en el frío de la ingrata adversidad somos cobardes?
¡Qué mal está posada mi mirada en tus ojos!.
No hay puñales, ni abrojos
ni pendientes facturas
tal vez, sólo
una sensación tan llana
de poco que observar
y ver sin mirar nada.