Lucero Moscoso

VESPERTINO

 

 

 

Rendido en su adiós el día

beberemos esa cascada de vainilla

que pincela vespertina su ceniza

 

y posaremos su pálpito de viento solano

en clavelino naufragio de los labios,

que mezcla de miel con veneno su caricia,

de ella libaremos cual viñedo, su relámpago.

 

Bajo ese cielo que con celo guarde el ámbar,

gozaremos sin dudar si habrá mañana…

que azotadas de rojas mareas las tinieblas,

… el odio será cuervo de otras tierras.

 

Y volveremos a ser esos agónicos amantes

que aún sedientos a péndola de alondras

escancian sus vinos más dulces…

para nunca volver a separarse.

 

 

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Bogotá D. C. Colombia.