El cielo viste de rosa
el campo de anaranjado,
sentimiento consternado
suspira en tarde preciosa.
Las nubes juegan la ronda
el sol a las escondidas,
dos avecillas perdidas
buscan la luna redonda.
La brisa se ha detenido
para retomar aliento,
teme ser presa del viento
y torna a su recorrido.
El campo ardido en colores
contonease en ternura,
negligé de seda pura
visten ahora las flores.
Danza el follaje dorado
remecido en armonía,
esparce el pasto alegría
en el paisaje ondulado.
Irradia vida belleza
en el ojo anonadado,
cuando contempla asombrado
la gentil naturaleza.
La pupila luz apresa
dilatada en la emoción,
maravilla y perfección
permuta verdad confesa.
Palpa el ojo eternidades
superiores en grandeza,
reconociendo en proeza
Sutilezas y bondades.
El cielo viste de plata
el campo de verde oscuro,
anochecer sin apuro
el sentimiento dilata.
El sol ha puesto su cama
más atrás del horizonte,
silencio sacude al monte
acariciando la grama.
Con un afán laboriosas
corren unas nubecitas,
puliendo bien estrellitas
hasta dejarlas preciosas.
La luna está perezosa
aún no se ha levantado,
sueña quizá con su amado
en noche tan misteriosa.
La brisa corre ligera
ganándole el paso al viento,
con rápido movimiento
le lleva la delantera.
El campo ya oscurecido
liba serena frescura,
arropado en su espesura
logró quedarse dormido.
Lejos resuena el aullido
de un coyote enamorado,
cual tenor entusiasmado
entona canto mullido.
Duermen plácidas las flores
perfumadas en aromas,
mientras pícaros estomas
saborean sus olores.
Yace el pasto plateado
esperando el nuevo día,
transpira verde energía
de oscuridad ataviado.
Escruta el ojo curioso
los misterios de la noche,
haciendo gala y derroche
de pensamiento juicioso.
La luz del entendimiento
ilumina su razón,
inundando el corazón
del más dulce sentimiento.
En la cadena de vida
existe orden riguroso,
en tramado minucioso
mil maravillas anida.
En la Creación no hay vano
o demasiado sencillo,
a todo le ha dado un brillo
único y soberano…