Hoy he vuelto tras mis pasos
que me llevaron al mar,
donde una enramada
de gaviotas
cruzó mi garganta.
Me pareció que nunca fui,
que estuve mendigando
este ancho Sol del mar
-como ahora, casi muerto-
Nadie me reconoció
yo a nadie recordaba.
Solo estuvo a despedirme
la mirada de la nada.
Regreso, y debo confesar
que la sal de mi cuerpo
casi se convierte en lágrima.