El suelo, con arena gruesa, seco,
invadido por frutos y semillas,
del pelotón de laureles que cuidan,
una cancha de juego, llena del eco,
con voces infantiles, sus orillas.
¡Griten, corran, a la vida, pidan!
Atento al ir y venir de mi nieta,
entretenida, con juegos prohibidos.
Su ojo de águila descubre cristales,
indaga, sin saber, tiene su meta,
los vidrios en el suelo repartidos,
en la botella, sus tesoros reales.
En su busca, algo brinca por su mano,
como pajarito, da un grito agudo,
corro a ella y ver lo que le sucede.
Más que abuelo, me siento ser su hermano,
un chapulín, agarrarlo no pudo,
mil cosas en su cabeza, la sede.
¡Hola abuelo! Se mece en un columpio,
cerca, un par de tinacos como túnel,
mete la cabeza, ¿Acá puedo gritar?
tanta arena, no se encuentra muy limpio.
Su cara brillante, con ojos de miel.
¿Con ese angelito, quién se va a irritar?
El trampolín, una resbaladilla,
¡Clavado, a mi alberca de agua de arena!
se desliza, como agua, de cabeza.
¡Siéntate abuelo, esa barda es mi silla!
¡Aquí nos quedamos hasta la cena!
¡Apenas son las doce, reina princesa!
Un reloj de arena, está a su alrededor,
otra botella, parece resiembra,
un plástico, funciona como embudo,
De nuevo. ¡Vuélvete niño encantador!
En el alma, esta experiencia se siembra.
Gritos siguen a jugar,¿Cómo le ayudo?
Juegos prohibidos para los adultos,
me llego a creer persona madura,
libertad e inocencia, son los niños.
¡Vida, a mis abruptos, dales indultos!
la mente infantíl, vasija tan pura,
está con ellos, sentirás cariños.
EL POETA DEL AMOR. 25-01-13.
CABO SAN LUCAS, BCS. MÉXICO.