Caen lentas las hojas del otoño
y cubren el sendero que transito
de hermosos tonos amarillos y cobrizos
y al sonido crujiente del peso
de mis pies desnudos
vienen a mi mente las imágenes
de una vida tejida a la luz de muchas lunas.
Corazón palpitante
que vibró intensamente
al compás de mil amores vehementes
¿ó sólo uno?...
no lo sé…
pero sí es seguro
que su alma recogió en el camino
como espejo
los reflejos de las vidas
que cruzaron su destino
y se devolvió a sí mismo
de mil formas
y quedó marcado en insondables circunstancias
que sólo él y su Creador
sopesaron en las noches de insomnio
cuando el alma se desnuda.
Sin apagarse…
la vida
sólo se transforma
se acomoda en un estado de lasitud
para examinar la obra
el cúmulo de “si…”
y “por qués…”
que no define más que los epílogos inconclusos…
y por suerte…
a la vida todavía le queda tinta y pluma
para seguir plasmando sobre pergaminos limpios
lo que el corazón no oculta
en latidos difusos…
y el poeta…
sí tiene
quien le escriba.