Brincando entre demonios vamos,
ciegos de los pies y mancos de la vista,
buscando un horizonte que resista
la parsimonia de las letras que no hablamos.
Derrocar fantasmas en paredes
ya no es tan común cuando se escribe,
la libertad de ser libre cuando puedes
es esclavizarte al infinito donde vives.
Similitud encontramos en los amores,
mundanos como soledad y despedidas
corrientes como la tristeza y los dolores.
Antes de fallar a favor de la suerte,
aprendemos que estar herido de vida
es peor que estar herido de muerte.