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El columpio

 

Un rifle o una flor.

El rifle: un disparo mortal.

Un cervatillo muerto,

el frío hierro que como juez acorta el tiempo,

tantos ágiles brincos que restaban por dar.

 

Una flor ya destetada:

un pistilo cimbreando,

una cabecilla en la corola

aleteando su fidelidad

...Y el polen espolvoreado

pegándose a unas patas,

¡quiso volar!.

Degusta bellos paisajes,

antes de recogerse

siendo la miel de un panal.

 

 

(Desde su anfiteatro de lujo hexagonal,

cuchichean su innata alquimia, las abejas.

Su escuela el bosque; ellas son;

hijas de los eucaliptus y los abetos,

de los almendros, los cardos, la salvia y la manzanilla).

 

Un cuchillo que mata

dejando tras de si el dolor.

Abortando la suerte

de más de un millar de mañanas.

 

O cual corta; servil y dulcemente;

el pan y el embutido en la mesa.

O degüella aquel rígido pero maleable cordel,

para afianzar, envolviendo con papel,

un regalo que espera el ser querido

desde hace tiempo,

que antes no llegó...por mi pereza.

 

Suenen los recuerdos que recuerdan...

El porqué del ingenio y de inventos.

(La sana utilidad y la que resulta yerma).

 

Recuerdos que, diestros pueden sujetar;

el filo responsable de las herramientas.

 

Se borren los actos capaces de malversar

el don de hacer...

así convirtiéndose en flor el rifle.

Y aquel desastre que es tan sólo una consecuencia,

(rectificando cambiante),

en un gran edificio próspero revierta.

 

Cual ofrezca, (promiscuo),

sus escaleras, rellanos y estancias

bien repletas, plagadas de gratos nacimientos,

alejadas de pólvora frustrante,

¡fértiles!...rebosando primaveras.

 

Porque de ser es:

«Es roja toda la sangre que corre por nuestras venas.»

 

Un "SÍ" al principio...

o un "SÍ" al final.

Un "SÍ" al tedioso aburrimiento...

o un "SÍ" al glorioso festejo,

llevado de la mano por todo:

 

Destello vital.

Reflejo de vida.

Elixir providencial. Que emana

y espera...con presteza

lo vayamos a sorber.

 

La libertad ronda al hombre.

Y parece ser que los hombres;

malamente la escuchan.

La libertad se entrega al hombre

como doncella virginal y dispuesta.

Recostada se ofrece;

disponiendo de izquierdas y de derechas,

del contundente golpe

o de la mano que ayuda, atenta.

La libertad sostiene el albedrío:

la elección.

 

No culpe yo a un Dios

o a mil Dioses, vírgenes y santos.

No culpe yo a las estrellas

por estar, para mí, su brillo apagado.

 

No culpe, yo, a otros

de mis defectos.

Por la destrucción que conllevan,

por la nulidad que comportan

muchas de mis palabras

y algunos de mis actos.

 

Eluda, yo, la incoherencia;

al pensar, decir o hacer.

Cuando me inclino sumiso

o reclamando me alzo.

Cuando reposo tranquilo,

y también,

cuando brioso yo salto.

 

Soy pasajero de un destino,

pero sé,

que el destino quiso darme

el poder de la decisión.

 

Ando a lomos de la decisión,

¡y al tiempo!,

con ella siempre por siempre a cuestas.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)