Porque pueden pasar las turquesas más bellas
Intentar rozar afectuosamente mi alma
Envolverme suevamente en sus secretos
Enloquecerme con sus andanzas
Engalanar estrepitosamente mi piel
Quemar con topacios las heridas afanosas
Pero nunca serán como la mujer del ayer.
Porque podrían regalarme mil versos preciosos
Tejidos sobre bordes candentes de seducción
Labios rojos de una pasión desenfrenada
Perder la razón frente a océanos profundos
Involúcrame en cielos celestes infinitos
Y deleitarme con amaneceres exuberantes
Pero aún así no sería lo mismo sin la mujer del ayer.
Porque podían llevarme a un parque sin fin
Rodeado de árboles enormes en sus penumbras
Publicar que en sus entrañas exclamé la tozudez
Para amarrarme a sus caderas sopesadas de irá
Con la nostalgia arrugada de la soledad irónica
Y extasiarme una vez más en su cielo rojo eterno
Aún así, prefiero a la mujer que tantas veces amé ayer.
Porque he sucumbido ante la arrogancia de cadenas
Contornos arrulladores en noches de tibia bondad
Amarrados entre lazos de exquisita hostilidad
Porque violentos son los placeres de la vida licenciosa
Sin alma en el corazón van volando milagros en prosa
Mujer que desde hoy hacia ayer se siente tan vanidosa
Aún así, para mí ella siempre sigue siendo la más hermosa.