La lluvia se ha pegado a los muros de mi casa,
uñas ocres de lluvia arañaron mis techos
y la hierba encontró un camino verde
por laberintos de canaletas llorosas.
Las hojas cambiaron de color y murieron hace años,
ahora florecen rojizas en el interior de mi chimenea
a través de finos tallos que recuerdan la existencia.
El sol invernal abre su cola de pavorreal en mi alma,
las ventanas que no saben adónde mirar
continúan empequeñecidas y borrosas.
La gata rasguña la puerta buscando el fogón
sin saber que ahí el calor tirita apagado.
Sólo yo sé que volverá el amor cada mañana a mi existencia
y los muros pintados de lluvia
y los techos inclinados de musgo
no resistirán el ardor de mi alma.
JULIO CASATI