Pronuncio tu nombre
un millón de veces cada día,
dejando mis labios
empapados de un dulce deseo.
Deseo insaciable
pronuncia en un susurro
mi boca,
mientras se acrecientan
mis ganas de ti.
De poseer cada rincón
de tu alma
y de tu cuerpo.
Mientras me arrullo en mi silla
con los ojos cerrados,
ante este suave calor
de tarde de primavera.