Me encantan las palabras. A las graves las asocio con lo profundo, a las agudas con el intelecto y las esdrújulas podrían ser las divertidas.
Me gustan las palabras ceñidas en oraciones breves, precisas y los párrafos profusos, detallistas.
Estoy cansada. Baño de inmersión, luz de velas y Vivaldi. Mi frasco de pompas contiene palabras. Y me hundo en más de cien capítulos.
Estoy relajada. La cera se consume, exhalando vainilla mientras adivino el próximo allegro. La espuma ya no es espesa; mi cuerpo, floreciente.
Las nuevas palabras corren por mi rojo flujo que no reproduje, como Yerma; igualmente día a día, me enriquezco.
Al acostarme cierro los ojos y veo palabras que encandilan. Cada noche tengo un sueño perfecto. Y amanezco plasmándolo en viñetas.