Tuve un hijo
Tuve un hijo, fue mi padre y fue mi hermano
y ahora se marcha alegremente con su amada,
sale a la calle como el sol del buen verano
y vuelve con los frutos de un amor que a todos brinda.
Mi amigo también es, es hijo amado
que crea las canciones de la entrega,
del juego, del servicio, del descanso
y del crecer mirándonos con justas alegrías.
Nació de un madrigal, de un fuego intenso
entre una azul morena y mi pasión de enamorado,
de madre y sal nació, de mi sembrado,
perfecto como el pan de la azucena
y tibio como el albo corazón de los trigales.
Creció con voluntad, con cánticos, con búsquedas
y hallazgos entre el mar y mis dos brazos inmortales,
con la felicidad del más querido sueño
y el tierno cascabel de quien comprende hasta las sombras.
Le di mi nombre, mi impiedad, le di una tierra
que junto a miles tal cual él pisa y bendice,
recorre interesado en plazas verdes,
en ciudades junto al mar, en mil amores
que entrega y que recibe como buen hijo de este mundo.
No es otro el porvenir, que amando aprendan
los hombres a vivir, las hembras a ser dignas
y juntos ellos dos a reparar el pacto roto
del cielo y del mortal, del pueblo y su alegría más profunda.
Un hijo tuve yo, pero no a solas,
en cárceles también, en las recónditas aldeas,
nacían otros más con su esperanza en la cintura,
con sus cabellos en la ventolera, con su pasión
entre las aguas de la historia y de la vida y de la gente.
Por eso feliz voy de contemplar su firme paso,
su risa entre las plazas, su palpitar en las banderas
y su honda decisión de hacer mejor las madrugadas.
Me abrazo, me enorgullezco, señores, de esta fiesta
y abrazo al hijo mío como si él mismo un mejor padre,
desde mis propios pasos y desde todos nuestros pasos
desde y siempre y para siempre, ya con su propia marcha, fuera.
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21 01 13