Qué bien suena tu cimera palabra,
eres mujer que arrancas la maldad del alma.
Poesía, regalas flores a manos llenas
nos colmas de becerros y campanas.
Cumbre de las cumbres, mujer amada
por los locos, los ilusos, por mis entrañas.
He regresado a ti, mi amor primero,
después de vagar por los abismos
de la soledad, el desaliento y la tristeza.
Hoy bebo de tu copa el mejor de los vinos
la angustia se retira de mis endechas,
ya veo la luz, la dicha palpo.
Hoy camino de tu mano a mi esencia.
Déjame por siempre con tu aroma
de flores y eucaliptos por las mañanas.
Dame aquel abrazo que desdeñara
conviérteme en tu amante que retorna.
Devuélveme la lira, olvida mi desdicha.
Mírame con tus ojos inasibles.
Devuélveme la voz, dame sosiego,
préstame tu voz, solo eso quiero.