Las campanas de mi pueblo
¡no son como las demás!,
son de la historia monumentos,
tienen sonido a Catedral.
Santa maría, San Venancio y Santa Marta,
tres luceros refulgentes
que atraen hacia el cielo mi mirada.
Son perennes testigos de actos diversos,
enraizadas en el alma de los buñoleros
con la fuerza que detiene los vientos
invitándote al perdón y recogimiento.
Ellas nos traen la vida,
nos tocan a misas y fiestas,
también las horas
y nos acompañan a la sepultura.
Ellas son la voz de mis silencios,
su dulce carillón bordando va en mi mente
recuerdos y añoranzas de otros tiempos
que perdurarán eternamente.
Un día de su torre se bajaron
para llevarlas a restaurar,
y las tuve tan cerca de mis manos
que su viejo bronce pude acariciar.
Yo sentí una profunda emoción,
pero Buñol por un tiempo mudo se quedaba
porque la voz de sus campanas se apagaba.
Las campanas de mi pueblo
¡no son como las demás!,
son caricia de Dios,
luz del alba, regalo del cielo,
Fe, oración, Amor...
¡¡¡fiesta en el alma!!!
Fina