Mi alma, ajena a la obscuridad, vive huyendo de tus ventanas. Reflejas lo tuyo con una mirada, y lo mio con una sonrisa. No encuentro solución alguna a lo fugaz de nuestro sentir... Pronto (con certeza lo digo) no habrá distancia que separe lo profundo de mis inútiles pensamientos con mis palabras y mis acciones que demostrarán lo incierto de mi mirada; entonces seré yo quien diga... Cuando dos almas intercambian sus miradas, se ve en el reflejo de sus brillantes ojos, el amor aún no expresado, el amor en sus despojos, intentando ser visto, intentando existir, compartir dos corazones y así... ser amor.