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La honestidad de mi corazón grita:
“¡No hay nadie mejor que tu!”
y el silencio de mi boca se hace estorbo.
Mi alma permite la invasión de paz,
la paz que tu amor me ha hecho probar
y con abrazos ha pintado en mi cara la más linda sonrisa.
Camino y eres tú guiando mis pasos;
salto y me sostienes para no caer
y si caigo me levantas sanando mis heridas.
Oh Dios como no he de agradecerte,
oh Dios como no he de obedecerte
como no he de amarte si estas aquí.
Siento tanto, porque es verdadero y real,
la verdad de tus heridas sangrando en la cruz
y de mis pecados borrados por tu amor.
Lloro y mis lágrimas se tornan dulces
y poco a poco tratan de refrescar mi sed por ti,
pero esa sed no se acabará es inmensa.
Señor y Rey, tu mano esta sobre mi
y Tus ojos sobre todos tus hijos;
no caben sentimientos vacíos, lo real de tu amor, ¡Si!