Desnude mi boca
entre los oasis
de tu sangre fiera
que se desbocaba
por mis sombras
claras
perfumando arterias.
Quise ser refugio
de tus horas negras,
de tu ardiente pelo
que mis dedos tocan.
Hacerme tan tuya
que mia no fuera,
sentirme de ti
de mi ni siquiera
de tu cielo duna
pero de tu cuerpo
revoltosa luna.
Infinita calle
la que paseamos
por nuestras caderas
que entre rojas
lenguas
van humedeciendo
tibias primaveras.
Nunca te arrepientas
visteme de sol
quemame
con fuerza
que pueda sentir
al amanecer
deslizarse al fuego
de mis anchas
piernas.
Finitas espadas
que en racimo
calman
distancias
que son armas,
golondrinas
habiles
que estrechan
las nubes
por donde
tu pasas.
Mas sigo esperando
el eterno milagro
donde me penetres
un mundo
de orgasmos.
La vida sin alas
sin aire en el alma
se convierte en mar
podrido de algas,
oscuro horizonte
que la noche rompe
entre las caricias
que el silencio
COSE.
Ana@ocaña