No es mi culpa, no es su culpa es culpa de esta tristeza, de esta agonía, de este sin sabor, de este incierto que ha mutilado la alegría de mi cuerpo, la sonrisa de mi rostro, el brillo de mis ojos. Es culpa de esta costumbre a la que no me acostumbro, culpable es esta ansiedad que me calma, esta distracción que me concentra. La culpa es de esa luz que se enciende y se apaga, de ese corazón que quiere y no, de ese ser que no quiere ser,
de esa historia que no quiere ser contada. La culpa es de esa duda que llena de certeza,
de esa mentira que le miente al alma, de un corazón lleno de odio y rencor;
odio y rencor que oscurecen la mente;
mente que se inunda de dudas;
dudas que crean culpa.