Le pedí de favor el otro día
echar un vistazo a mis versos
confiando en su experiencia literaria
y en el sobrado gusto de su prosa extraña.
Pero no me hizo caso,
no quiso leer mis remedos de poesía
son poca cosa estas líneas que escribo
no pretendo ser poetisa
no sé ni jota de rimas
no entiendo un cinco de décimas,
ni de sonetos, ni métricas….
Cervantes se reiría,
a Becker le daría infarto,
Neruda frunciría el ceño,
Sor Juana Inés de la Cruz
se santiguaría…
y usted, amigo poeta,
se fastidiaría.
Mis líneas son simples
de todos los días
lo mismo podría leerlas
mientras se peina los rizos
ó plancha camisas
mientras se lava los dientes
ó revuelve el guiso.
Así de simples mis líneas…
un tanto ingenuas y de pronto aburridas,
pero se escapan de mi alma
cuando estoy triste ò alegre
cuando quiero llorar o me abruma el hastío
y fluyen libres como aguas de río.
No me pesa ni avergüenza
lanzarlas al vacío
y tal vez…
alguien…
las recoja
para envolver una flor
ó encender un cirio
y mientras se impregnan de aroma
ó se encienden en llamas
lleguen a los ojos de Dios
ya una vez inmoladas.