CAFÉ
I
Otra vez el aroma del café
Ese que te hizo recordar…
Otra vez esas imágenes
Y de nuevo mi temblar.
II
En estos instantes es mejor
Que el silencio deje de temblar
No vaya y por alguna extraña razón
Se entere quien no se debe enterar
III
Como evitar ese descontrol
Donde las neuronas no atienden el llamado
Y sin mediar entre la razón y el cuerpo
La piel se empieza a sobresaltar.
Como evitar que al cruce de imágenes
Mi mente concentre su atención
En el artificio de su cuerpo desnudo
Como si le recorriere desde sus senos
Hasta la punta de sus pies.
IV
Pensar, acaso, que la presencia del viento
No es impedimento para que imaginación
Recorra sin el más mínimo escrúpulo
Su hermoso cuerpo desnudo.
Y me es inevitable que al verle
Mis ojos se fijen en lo que cubre su sostén
Dejando al libido
El control total de mis sentidos.
V
Ante la inevitable destrucción del sentimiento
Me es inevitable la sensación de temblor
De aquella tarde, que el café y el ruido de los coches
Fueron testigos de un acto que negare hasta la muerte.
Mientras sigo creyendo que no es justo
Y que tal vez estos deseos reprimidos
Deben ser tirados al olvido,
Vuelvo verla y empieza de nuevo
Este pecado capital…c
Condena al infierno
Donde el viento, se convierte una lluvia acida
Que me desgarra lo que mi piel lujuriosa
No puede proteger.
VI
Es mejor que el silencio deje de temblar
No querrá que alguien lo llegue a escuchar
Y tal vez esa misma aroma del café
Sea la de las sala de velaciones
Que aguarda el féretro del viento.