Musas lúdicas. Deidades encantadas, celebrando en el bosque con banquetes olímpicos.
Como adolescentes libres, un día brillan, una noche apabullan.
Y recuerdo a Mi Muso, el único que promueve mis trazos.
Aquél que, presente, incitaba a la vivencia profunda, estremecedora.
Éste que, ausente, me acerca fotografías opacas, engañosas imágenes de etéreos pretéritos, de gozo infinito.