El principal problema fue conocernos
en tres minutos,
y amarnos enciclopédicamente
en los apócrifos textos
que leen en Braile, a narices de perros
los confundidos.
Y digo amor como si hablara del clima
y me río a lluvia abierta
como si el viaje interrumpido
no fuera una lechuza
aprendiendo, tardíamente
la quiromancia de una plantita seca.
Y me miro vacía
rellenándome de esponjas
para no absorberme la mañana entera
en el agua derritiéndose en el jabón.
Cómo me duele amar y no tener un sillón
o una alfombra para recostar mi cuerpo
y quedarme meditando
esperando que llegue
el noveno minuto en que los dos
éramos ya un dedo despejando la niebla.
Porque la niebla es un pretexto en los confundidos...