Miraré tus ojos como quien mira un río
con el alma triste y el corazón vacío.
Miraré tus ojos que nadie nombra
y caminaré contigo, a tu sombra,
pues, con la sonrisa galante de tenerte lejos,
soñaré contigo y que somos viejos;
porque, ya sin lujuria y sin raíces,
sabría, aún así, que fuimos felices
tú con el que era tu amigo, yo con tu beso,
que la vida, para mí, sería eso:
soñar el sueño que no se toca
y fundirle un beso, por siempre, en su boca.