José Jacinto Corredor Cifuentes

TRANSICIÓN

TRANSICIÓN

 

Poeta, ya no le cantes con lírica cadencia

a las flores, las fuentes, las estrellas,

pues el hombre en su afán insano,

corrompió con insensatez profana,

el perfume, la claridad, el brillo,

en aras de la ciencia y del progreso

inmoló cuanto en natura había de bello.

 

Allí donde el roble alzaba su imponencia

humea de una fábrica el buitrón ennegrecido

y el aire que antes era de diáfana pureza,

hoy se esparce enrarecido y asfixiante

envenenando de los contornos los jardines,

anquilosando el verdor de la floresta.

 

En el río de otrora cristalinas aguas,

de las ciudades los caños nauseabundos

llegan dejando su lastre de infección y muerte

o del laboratorio los ácidos funestos

por leguas van cegando la latente vida.

 

No le cantes a la  estrella matutina,

ni a la luna, al sol, o a las marinas  aguas,

pues lo que ayer era misterio sacrosanto,

ha sido hollado por el desbordado ímpetu

y la sed insaciable de conquista que obnubila

la codiciosa mente de sabios y naciones.

 

No le cantes a la rosa, es ficticia su hermosura,

creada en los invernaderos donde el polen

no lo esparce el viento, ni lo llevan las abejas;

ni a los peces que, prisioneros de los acuarios,

agonizan paulatinamente y uno a uno mueren

como adorno ingenuo de lujosa residencia;

ni a las canoras aves, pues no les han dejado

donde formar el pequeño y caluroso nido

para lanzar amantes el arrullero canto

que no ha mucho llenaba las frondas de los bosques.

 

Tu lira debe descansar, puedes reventar sus cuerdas,

en la hoguera hacer que tus versos ardan,

tal vez hagas sonreír los niños,  los mayores

te miren extrañados, los demás te burlen.

 

Sepulta bajo el seco tronco de un octogenario pino

los restos de tu inspiración, las cenizas tibias,

de lo que fue tu pasión, tu dicha, tu alegría.

Es posible que un mañana, si bien distante,

cuando algún tractor recabe sus raíces,

brote en reflorar lozano un fragante ramo

de purpúreas rosas o inmaculadas azucenas.

Bogotá, Agosto 15 de 1976