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Idioteces

 

Dentro de un ataúd, yace, reside

al final... para muchos su inconsciencia.

Pero, ante todo, reside la muerte

de la posibilidad responsable.

La que es; néctar: savia. Luz en brea.

 

   ***   ***

 

Será también mañana...

no sólo para mí,

¡para todos nosotros!.

 

Ya retumben, potentes, los tambores.

Retumben con un eco, que recuerde.

 

Caerá tan sombría la mañana.

Tan profundo letargo consumirá la tarde.

 

Porque, de sobras, sucio; el mismo aire al penetrar,

azotará las fuerzas, entrando en los pulmones.

 

Igual asomará,

para los nativos y extranjeros.

Para vitales y apuestos jóvenes,

cuales intoxicados, con suma prontitud

menguarán decrépitos.

Así, este aire será:

Psicópata asesino.

Funesto visitante para ricos y pobres,

para mancebos y para mayores.

 

 

Si el mañana depende de este Hoy,

devendrá turbia el agua.

Sus huellas convendrán... de limpieza vacías.

 

Aunque muy concienzudo llegue a ser el aseo,

(tal cual viene, aquí, el hacer de los hombres).

Si existieran pecados, un pecado sería,

de este agua manchada, cualquier sortilegio.

 

Mercurio y pesticidas, (flotan como alimento).

O asfixiantes se ingieren y nos hunden.

Desgracia e infortunio: los vertidos;

así indelebles, como radioactivos.

Incapaz, (aunque inmenso, el mar), no se los bebe.

 

Dentro de lagos, mares, de estanques y de ríos,

nadan sin saber nada de ciencia, los pescados...

...    y el sello cancerígeno;

se multiplica sobre el siglo, suma y sigue.

 

« Es la ambición. Que aparece, "Romana",

sirviéndole legiones de venenos.»

 

Los tumores malignos se compran en mercados.

Los vómitos y toses de químicas terapias

Son, de alquiler gratuito en grandes hospitales...

 

...calla el hogar, se masca la tragedia.

Suena un final fatal,

los quejidos inundan la estancia,

ahora soy un ciego frente al resto del mundo;

mi corazón y el alma se me quiebran.

 

Con rostro de carnero: la metástasis.

Con agallas y aletas de pescado,

insalubre, espera sobre el mantel,

con cuchara, cuchillo y tenedor:

clama la enfermedad.

 

Más tarde: suena un réquiem.

Una urna con cenizas.

Un nicho o un panteón piden día.

Y ante tal situación;

una mano que, aún muy viva, recauda “pesames”.

 

Hormonas adosadas a los piensos;

avanzan, del animal, su crecimiento.

Rápido crecen raudos transgénicos.

Elaboran futuras mutaciones,

posibles calaveras.

Las frutas, cereales y verduras,

interpretan el son, una macabra danza,

a la cual idolatra la desidia.

 

Quién sabe, acaso, dónde se halla el tapón

de la enorme pecera.

Porque, de haber, habrá que desahuciar

el agua putrefacta.

La suciedad, que con alevosía

dejamos, en océanos y rieras.

 

A punto estén las máscaras que cuiden,

el nuestro respirar.

Pues, fétidos olores arribarán,

(a este paso, digo, bien seguro),

corrompiendo manjares, mente y cuerpo,

y por completo; el manto retejido,

las fértiles entrañas,

y las útiles ubres bondadosas,

de nuestra madre tierra.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)