¡Vos y que sois poeta?
Me preguntó mi madre confundida,
¡Mirá que te doy con la chancleta
para ver si te ganáis mejor la vida!
¡Mi alma! Habrase visto
¡Un poeta en la familia!
¿Qué es eso de escribir, Chico?
si a la gente cansas y fastidias.
En la familia nunca hubo poetas
¿Y ahora veniís vos con ese invento?
¿Qué es eso de escribir cuartetas
sonetos fábulas y cuentos?
No me vengaís ahora a decir
que se te ha metido en la cabeza
algún libro por allí escribir
con todas esas locas rarezas.
Pero mamá, ¡Eso es arte!
debéis más bien sentirte orgullosa;
no mijo, eso es oro sin kilates
y cumpleaños sin torta.
Si vos queréis escribir,
yo respeto tu proceder,
pero después no me vengáis a decir
que no tenéis para comer.
Aquí no te me váis a aparecer
con esas cosas de literatura;
mejor traéme de comer
algunas frutas y verduras.
¡Ay muchacho, quedáte quieto!
olvidáte de esa fulana poesía,
mirá que eso se lo lleva el viento,
y perdéis tu tiempo y tu energía.
Y después de este diálogo hermoso,
que a ustedes acabo de contar,
me sentí un poeta glorioso
por el magnífico apoyo familiar.
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