Murialdo Chicaiza

R.I.P.

Cuando crucen mis manos en mi pecho

-he padecido de tanta soledad-

¿Quién mirará mis ojos y a mi lecho?

¡Nadie sabrá que he muerto de orfandad!

 

Mi madre mirará  desde una esquina

después de haber su llanto sosegado,

tal vez solo ella sabrá de la espina

¡que penetró mi corazón rasgado!

 

El rostro afilado, el semblante duro

y las ojeras totalmente eternas,

bueno para el mundo, tal vez más puro,

¡Sólo Dios sabrá: he muerto por mis penas!