Fernandotorres

¡AY, AMIGOS!

¡Ay, amigos, ay!

¡Que malito

el tren estaba

subidito a la cama!


Las enfermeras

eran anuncios

de carretera

con corazón 

de manzana.

Le cuidaban muy bien.

He sido testigo.


El médico

-viejo ferroviario

jubilado-

me confirmó

con gesto

preocupado

lo que todos

temíamos.


¡Ay, mi tren querido!

Pesan los kilometros

y el cielo abarrotado

de mil nubes,

pero más cansa

-yo te creo-

el peso de quienes

de un lugar a otro

has llevado.


Deja.

Te ayudo a dar la vuelta.

El techo

de tanto mirarlo

ya solo es pantalla

de lo que has vivido

y soñado.


Subir monte arriba

¿te acuerdas?

Despreocupadamente

al Sol despertando.


¿Qué si te curarás?

Sí, claro.

Muy pronto harás la corte

al ancho campo,

y cogerás lirios blancos

para niñas buenas

que pasan malos tragos.


"Aún soy necesario",

me decía por lo bajo.


¡Qué malito estaba el tren!

¡y era tan sabio!