Querer la flor meciendo su osamenta,
en la marcha fúnebre.
Querer a sus pétalos
devorados
por el amante, que jugaba a la ruleta.
Querer la paz de un día
sentado
en las fronteras de un hilo secreto.
[No agites la realidad en su copa de escarcha]
Querer la mirada de un gorrión
caído en la trampa.
Ellos jugaban a crecer
apostaron al juego de las escondidas.
¿Quién encontró la serpiente blandiendo la manzana?
Querer el amor querer su forma querer su sombra
querer llamar amor y encontrar la noche tendida en la cama
querer a la noche y deshacernos de ella en la autopsia de una palabra
querer el dolor y decir fuego a la música arropándonos en sus alas.
Somos pequeños aprendices en el juego de las escondidas.
¿Quién nos encontrará buscando los dados?