Despierta la algarabía
los gallos cantos corean,
las gallinas cacarean
replicando en alegría.
Corretean los pollitos
traviesos y revoltosos,
parecen buscar golosos
concentrar sus apetitos.
Don gallo con gesto serio
estudia la situación,
tremenda es la conmoción
que precede al refrigerio.
Una pata muy astuta
se le ha parado delante,
de modo que el vigilante
a los críos no discuta.
Un joven pato galante
que observa el predicamento,
con valiente movimiento
le hace al gallo su desplante.
Don gallo algo aturdido
no entiende lo que sucede,
sabe que el pato se excede
al dárselas de metido.
La pata que a los dos mira
pone cara de asustada,
llamando desesperada
sus negras alas estira.
Los pollitos como espumas
corriendo desaforados,
buscan sentirse abrigados
bajo refugio de plumas.
Graznidos y cacareos
alborotan gallinero,
en señal de desespero
comienzan los abucheos.
A paso quedo y tranquila
llega una gallina vieja,
serena les aconseja
y escaramuza aniquila.
Don gallo no está contento
pues se sintió desafiado,
piensa que ese descarado
se merece un escarmiento.
La pata fue sorprendida
por aquel joven buen mozo,
radiante está de alborozo
su mirada conmovida.
El pato así se descuida
cortejando a dulce pata,
lo que en el gallo desata
su rabia ya incontenida.
Alas abate furioso
en colérica irrisión,
se aprovecha de ocasión
para alzarse belicoso.
Se escucha agudo sonido
seguido de ásperos tumbos,
plumas volando y retumbos
sucediéndose al chillido.
La pata avisa a su amado
de arrebato amenazante,
más observa en ese instante
al gallo en portón pegado.
Una mano lo sujeta
librándolo de aflicción,
la durísima lección
le apagó la cantaleta.
Todo el corral asombrado
torna de nuevo a su oficio
la algarabía y bullicio
otra vez han regresado
Del gallo nadie se acuerda
ni emiten juicio ninguno,
sabiendo que es oportuno
hacer la crítica lerda.
Mas vale pico cerrado
sellando palabra ingrata,
antes de meter la pata
dando un juicio apresurado.