nelida anderson parini

EL GALLO Y LA LEY DE MURPHY.

Despierta la algarabía

 los gallos cantos corean,

las gallinas cacarean

replicando en alegría.

 

Corretean los pollitos

traviesos y revoltosos,

parecen buscar golosos

concentrar sus apetitos.

 

Don gallo con gesto  serio

estudia la situación,

tremenda es la conmoción

que precede al refrigerio.

 

Una pata muy astuta

se le ha parado delante,

de modo que el vigilante

a los críos no discuta.

 

Un joven pato galante

que observa el predicamento,

con valiente movimiento

le hace al gallo su desplante.

 

Don gallo algo aturdido

no entiende lo que sucede,

sabe que el pato se excede

al dárselas de metido.

 

La pata que a los dos mira

pone cara de asustada,

llamando desesperada

sus negras alas estira.

 

Los pollitos como espumas

corriendo desaforados,

buscan sentirse abrigados

bajo refugio de plumas.

 

Graznidos y cacareos

alborotan gallinero,

 en señal de desespero

comienzan los abucheos.

 

A paso quedo y tranquila

llega una gallina vieja,

serena les aconseja

y escaramuza aniquila.

 

Don gallo no está contento

pues se sintió desafiado,

piensa que ese descarado

se merece un escarmiento.

 

La pata fue sorprendida

por  aquel joven buen mozo,

radiante está de alborozo

su mirada conmovida.

 

El pato así se descuida

cortejando a dulce pata,

lo que en el gallo desata

su rabia ya incontenida.

 

Alas abate furioso

en colérica irrisión,

se aprovecha de ocasión

para alzarse belicoso.

 

Se escucha agudo sonido

seguido de ásperos tumbos,

plumas volando y retumbos

sucediéndose al chillido.

 

La pata avisa a su amado

de arrebato amenazante,

más observa en ese instante

al gallo en portón pegado.

 

Una mano lo sujeta

librándolo de aflicción,

la durísima lección

le apagó la cantaleta.

 

Todo el corral asombrado

torna de nuevo a su oficio

la algarabía y bullicio

otra vez han regresado

 

Del gallo nadie se acuerda

ni emiten juicio ninguno,

sabiendo que es oportuno

hacer la crítica lerda.

 

Mas vale pico cerrado

sellando palabra ingrata,

antes de meter la pata

dando un juicio apresurado.