María

Marcas

Misa y vals. La unión no bastaba, iban por más, sin rutas.

 

Esa mañana sintió que flotaba. Un latido débil perseguía su ritmo. Sería mamá.

 

Soñaba, todo el día soñaba. Su hijo sería reflejo del hombre más querido. Heredaría su mirada, pero tendría sus pecas.

 

Muy jóvenes, muy plenos. Ansias y proyectos.

 

Luchó para asomar. Sobrevivió con ojitos secos y oblicuos, sin llanto.

 

Designio del Señor.

 

El chiquito partió a los dos meses.

 

Verano que heló torrentes colorados.

 

Jóvenes y plenos escribieron tratados sobre el Amor.

 

Dormían entrelazados, las cuatro manos en su vientre.

 

Perpetua añoranza, eterna comunión.