No pretendo en el piélago mojarme
ni a estrellas ni a la luna rogar quiero
para buscar la historia y escribirles,
de la dulce nereida en sus serenos.
Solo una noche puedo yo narrarles
del sueño que viví en la tibia playa
entre rocas, arena y los corales
triste cuento con todo y su zarpada.
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En susurros la voz es melodía
que solivianta el nado de sirena
mar de besos su pecho cubriría.
Turbada por raíces ve y ordena
a cuerpo de mujer en desnudez
apagar los ardores en la arena.
Roza el viento su cola de gran pez
cambia su punta a piernas de mujer
quedando entre peñascos su niñez.
Solo entre rocas supo responder
a miradas curiosas entorno a ella:
"cambié mi piel unida a noble ser."
Noche de luna, mar que deja huella,
viento y arena cómplices de ardor
¡radiante entre las rocas la centella!
En luces de la noche con temblor
y en las aguas reposa -en lo abismal-
misterios conseguidos del amor.
Abriendo la ventana de cristal
sintió el beso de una suave brisa,
el viento la escuchó confidencial;
¡cada rayo en su piel caló de prisa!
Las dos vistiendo en pieles de mujer
y el hombre sigue viendo la sirena,
-en carrera a mi par a socorrer-
sumergirla al igual que a la ballena.
Con centella ha perdido todo nado,
fue la ondina y le crean honda pena,
en el fondo del mar se hubo ahogado.