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Somos montoneros y altaneros,

Egocéntricos y amarillistas,

Exagerados pero a la vez inmaculados.

Con aires de lo sagrado,

Y sin memoria del pecado.

Arrastramos a los rezagados,

Y escupimos al hermano.

¡A que bello es el ser humano!

Siempre viendo del lado vano,

Ignorando el pasado.

Como bestias avergonzadas,

De su propio rebaño.

Nos creemos únicos,

Dentro de un barril,

Repleto de granos  recogidos,

De un mismo campo.