Deseamos que las tierras produzcan frutos,
que las calles reflejen pulcritud,
y respirar el aire limpio cada día.
Apreciar la belleza de nuestros mares,
y que el amor anide en cada ser,
sin guerras ni conflictos por poder.
Pero la vida no es sólo deseos...
Sentimos el llanto de la tierra,
en todo disturbio ambiental,
en cada mezquindad humana,
y en la triste mirada de un niño.
Ojalá no sea tarde para interiorizar,
que la raíz del todo,
yace en el espejo nublado,
que refleja nuestras mentes.