Resplandecen las rosas
bañadas con el rocío de la mañana,
que lisonjeó sus sedosos pétalos,
porque amaneciendo aman.
Las mariposas, sonrientes, se miran
en sus espejismos cristalinos,
al tiempo que retocan sus mejillas
y acomodan sus llamativos atuendos.
Rosas y mariposas compitiendo,
coquetas, en colorido y belleza;
unas máster en las espinas de su pureza
y las otras activas ladronas
tituladas en maestría de sergas.
Las mariposas, fascinadas, revolotean
fugaces y con besos roban el néctar
a las flores que en su desnudez,
esperan con dulzura ser libadas.
Cada flor, bondadosa en su complacencia,
se ofrece en murmullo melodioso
que el viento esparce y hace eco…
- si te faltan ansias tómalas de mí,
que aún me quedan… ganas…
soy tu lecho, tu almohada, tu sabana.
Mi alma te besa… te espera…
… te aclama…te ama.-
Y regocijadas con sus migajas de amor,
unas y otras, en mágico éxtasis,
disfrutan hasta que el día se escapa.
El sueño de la naturaleza
las somete a la noche solitaria,
que no puede hacer suyo el día,
por más que trata.
Mientras…
Las flores duermen despiertas;
las mariposas sueñan desveladas.
Y otra vez, como ayer y como hoy,
con su presteza rutinaria,
el amor en el jardín de nuevo empezará,
¡mañana…!
Autora:
Amelia Suárez Oquendo.
Amediana
2 de febrero de 2013.