Sigues el vuelo del albatros con la mirada,
cierras tus ojos y lo imaginas batiendo sus grandes alas,
sintiéndose pequeño, mar adentro, hasta morir.
Así imaginas tu alma alada,
tan grande ella,
tan pequeño tú ante tu pluma,
ante las palabras desnudas
que brotan del más hondo sentir
para morir en la falsedad desnuda de una hoja en blanco.
Guadalupe Jiménez.