No pensé que tantas palabras de antaño,
en un instante fueran sacadas para siempre,
de esa rígida y metálica casa,
que con tanto cariño las abrigó.
Muchas veces pensé mudarlas a otras moradas,
pero nunca sucedió y la vida por sí sola,
se encarga de romper lo estático para su renovación.
En un lapsus mental, con un sólo toque de tecla,
se esfumó de las celdas de mi ordenador,
toda esa información atesorada en el tiempo.
Muchas molestias invadieron mi mente,
y a pesar de los intentos, sabía que nada podía
echar atrás, mi nueva realidad.
La nostalgia rimaba en mi conciencia…
Donde estarán mis fotos, tantas reflexiones y mis poemas?
Ahora, en la quietud de la tarde, frente a mi bello Mar,
puedo sentir la respuesta que brota de mi ser,
y siento calma al saber, que ellas están,
donde realmente merecen estar: en la Eternidad…
formando parte del libro de la Vida,
que es atributo de todos y de nadie en particular.