Huérfano; de la rabia y del rencor,
navego sobre el mar imprevisible,
confluyo en la batida del azar.
Yo creo en la justicia del destino,
cual dicta con firmeza.
Me reconozco;
como imperfecto personaje,
barajo eternas dudas, los sino.
Pretendo acomodarme,
(por decidir, lo querría cualquiera),
recostarme en la plácida fortuna.
Jamás renegaré de dar ayuda,
ni serviré a diablos impasibles.
Me resisto a cerrar mi alma y mi vista,
ante los ventanales de vecinos;
desentendido, como casi con vil desprecio.
Cuando el dolor punzante; azota, causa heridas,
impertinente; acucia,
insiste en restarle cualquier placer,
hurtándole caricias, a de otros, su vida.
Navego, (bien lo sé),
poseo muchos "yo's" por tripulación.
Sospecho que, en el mar existen aguas,
repletas de delirio.
Que la fortuna tiene una figura
diversamente ambigua
y muestra sus dos caras.
Ulises fue mi padre.
Y un camino certero nos descubre
con su magia; la llave que voltea
maestra, cual la llaman: experiencias.
Indago: De culturas, sus maneras;
deficientes criterios y tendencias.
El porqué de pinturas ancestrales,
y de mortales químicas
que sólo significan, tragedia.
Añoro, de otra hora; los tintes naturales,
sobre paños y lienzos, su presencia.
Indago, (pues quiero saber),
del frío acero: su antes y después.
De religiones: joyas y carencias.
El peso que encierran tantos rezos.
La altiva posición
de suntuosas sotanas y de púlpitos
y la ineficiencia de reliquias
que se guardan, (inútilmente), en tantos santuarios.
Yo, (como no), también, me aplico y estudio;
el oportuno rechazo de deseos,
la reencarnación de la materia.
Que encierran filosóficos y anaranjados
templos y altas montañas donde el budismo impera.
Busco y rebusco entre las religiones,
y, me quedo con:
«el canto del jilguero».
Con su cantarle a la vida
y a sus bellas simplezas.
Indago: De mujeres sus virtudes.
Indago, sus tesoros.
Caigo rendido, frente a su capaz comprensión.
Contemplo embelesado;
el amatorio hacer que salvaguardan
con su vientre repleto.
E, inclusive diría...que adoro hasta su genio.
Indago; de mi humano, sus miserias.
No me salvo, soy víctima, yo mismo,
del ropaje que viste al egoísmo.
Sostengo un cetro
...pero sobrevivo falto de reino.
Dentro de un bajel con el barniz algo gastado,
(le hará falta, tal vez...habrá que repintarlo).
Espero derrotar los cantos de sirenas.
« No voy a permitir,
que nadie ose secuestrar,
ni a mi fe ni a mi ilusión.»
Pues, ambas son la sangre que me impulsa,
igual me agitan como me animan. Llevan
en volandas mi vida, ¡será que son!;
frutos divinos de rasgos salvajes.
El impulso valioso y alimento.
Los resortes que mueven;
tanto a mi pragmatismo; como ocultos misterios
que nunca se tendrán que resolver...
...que saben a importantes,
por el interrogante que comportan,
simplemente por serlo.
Así, en este juego disponiéndose;
como manjar gustoso, los misterios.
Como fortín cual espera el asedio.
318-omu G.S. (Bcn-2013)