Que no sean las olas que le azoten al farallón
ni que lo devoren con frecuente acecho,
sino que lo arrulle y este a la vez;
ablande su inquebrantable pecho.
Que las dudas no sacudan el alma
cambiando su indefinible color
y que el odio siembre su existencia
en algún espacio ficticio,
lejos de las creaciones de Dios.
Que olvide el ignoro
cuando a un ser se apaga su voz,
fusionándome para alzarla tan fuerte;
como la mejor canción de amor.
Y en pleno vuelo recuerde
que tu mano intercede eficazmente,
para que la invasión de algún miedo
desaparezca completamente.
Como cuando nunca cesa la fuente
y se expande el bosque para facilitar
la purificación precisa de toda la vida,
en sus cuatro elementos sin alterar
Cuando la gente por fin acuerde
proteger nuestro paraíso universal
y grabe por fin en su corazón y mente
que el color de nuestro planeta es azul y verde.
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