Miguel Angel Ortigoza García

PRELUDIO DE UN POEMA.

Tengo tu imagen erguida ante mis ojos

y un pedazo de cielo que robé a tus encantos

para engalanar mis ansias de besarte a mis antojos

hasta hallar en tu cintura la guitarra de mis cantos.

 

De la noche pedigüeña he guardado un par de estrellas

como joyel de mis venas recordando tus miradas.

De tu andar sin recorridos marqué la senda más bella

con espuma de azahares para guiar tus pisadas.

 

En la fértil presencia de latidos que te esperan

hay cultivos de ternura que reclaman tu cosecha.

En el garbo de mi anhelo que te sueña se veneran:

alma, luces, melodías, mis caricias y mi endecha.

 

Cuando llegues a  mi lado te embriagará lo que siento.

Estas letras peregrinas se tornarán un poema.

Haremos una hamaca con mis dedos y tu aliento

para mecer palmo a palmo de tu cuerpo cada gema.

 

Tesoro, tesoro mío, toma mis manos dormidas.

Enséñame a dibujar un corazón infinito

en la poesía de tu vida, en mi esperanza rendida.

Y, juntos gritaremos ¡Amor! amor, en un mismo grito.