Tengo tu imagen erguida ante mis ojos
y un pedazo de cielo que robé a tus encantos
para engalanar mis ansias de besarte a mis antojos
hasta hallar en tu cintura la guitarra de mis cantos.
De la noche pedigüeña he guardado un par de estrellas
como joyel de mis venas recordando tus miradas.
De tu andar sin recorridos marqué la senda más bella
con espuma de azahares para guiar tus pisadas.
En la fértil presencia de latidos que te esperan
hay cultivos de ternura que reclaman tu cosecha.
En el garbo de mi anhelo que te sueña se veneran:
alma, luces, melodías, mis caricias y mi endecha.
Cuando llegues a mi lado te embriagará lo que siento.
Estas letras peregrinas se tornarán un poema.
Haremos una hamaca con mis dedos y tu aliento
para mecer palmo a palmo de tu cuerpo cada gema.
Tesoro, tesoro mío, toma mis manos dormidas.
Enséñame a dibujar un corazón infinito
en la poesía de tu vida, en mi esperanza rendida.
Y, juntos gritaremos ¡Amor! amor, en un mismo grito.