Oscar Perez

La nueva hazaña

La nueva hazaña

 

Tiempo de escualos,

ciudades bajo el mar, turbios ministros

que atrasan el reloj de la justicia y la alegría,

viejas madrastras del pueblo y de la historia

que no permiten que se asomen las cabezas rojas del que viene,

tiempo sin fin, sin comienzo, sin ancestros,

como si todo consistiera en sólo un día

de alzarse, trabajar, dar cien bostezos y meterse

cama adentro, sueño adentro de imposibles prohibidos,

de calles que no dan sino a un destino acostumbrado,

a un solo sinsabor que llena el mundo de agonía.

Pero no cejen, crecerán entre las piedras esas hojas

del relevo, de los brotes espinados

del que no quiere suceder en estos órdenes de cosas,

sin voz, sin porvenir más que una fosa en que jubilas,

sin otro proceder que la obediencia y la costumbre.

Y han de venir por esas calles clausuradas,

con esos gritos de no más, con esas rosas agitadas

y que no pierden la esperanza de regresar a florecer

allí donde las riegue no un florero,

sino un gallardo batallón de inadaptados a la niebla.

Entonces se verá que el sol elige su camino,

que puedes sonreír, que lo que espera es la batalla,

que basta con tomar entre tus manos la de un niño

y ante sus ojos prometer que el mundo sí es lugar de ensueños,

ofrenda del valor, tierra en que alzar nueva esperanza.

A mí me lo juraron, ciertas vislumbres yo he tenido,

por eso a caminar es que me lanzo calle adentro,

pulmón adentro de mi pueblo y de su raza que me espera.

 

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29 01 13