Busqué una ofensa para estúpidas vergüenzas.
-Que estupenda proeza:
Desatarme los cordones.
Quitarme los dos zapatos.
Desasirme de la ropa...
... y corretear desnudo
apercibiendo el acolchado tacto,
de mis hambrientos pies sobre la espesa hierba.
Que placentero resulta perder:
miserables complejos fabricados por otros.
318-omu G.S (Bcn-2013)