Ya que en mis sueños áridos urdiste
y dejaste una flor a mi poesía
te devuelvo el vacío que vencía
de la flor al destino que emprendiste.
Ni amargura, ni hiel en ella hubiste
impregnado, ni ahogo, ni alegría,
hoja rosa hecha canto y melodía
del soñador que sueña con lo triste.
Y más allá del tiempo y la distancia,
la impresión de tus labios y tus ojos,
quedas asida a un retrato terso
de donde a un tiempo extraigo tu fragancia
y te envío después con besos rojos
y abrazos y cariños este verso.