Ninguna fuga es el cielo, ni hálito.
Vélame el gemido de escarabajo,
Amigo, ahora, que vas pasando
Manantial finísimo, catártico.
De tu boca, el incendio gramático,
Ofrece a mis oídos que llegaron,
Y a mi boca que seca se ha quedado
Vuélveme en tu sentido idiomático.
Como me has vuelto humilde la coraza
En días que me aprestaron los pesares
Que ligero fui, llorado, comparsa.
Te necesito otra vez, que luz pares
Cuando la penumbra al candil reemplaza.
Cura este abismo en arrojos sepulcrales.