Cada mañana cuando me acuesto, aquí justo a mi lado, tropiezo con la luz de tu sombra que no está, las venas exhaustas de estas sábanas inmensas permanecen despiertas, parecen un atlántico de tela. No se sí mis paredes son paredes o monjes de piedra en procesión estancada, con sus costumbres fijas de permanecer despiertas. Mi piso, al parecer, era una nube que se convirtió en piedra, durante las noches en su pecho predomina lo impaciente y siempre está despierto. Ojos en forma de ventanas, como faroles que con su espátula de luz arrancan el sueño. Hoy será igual, como cada noche cuando me despierte.
LRL
5-2-2013