Dime, dime:
¿Adónde has ido a parar,
mi pequeño pétalo danzante?
Te ruego que,
nuevamente, observar tu sutil danza,
bajo la lluvia del atardecer me dejes.
¿Es que acaso olvidaste,
tu recorrido de azar,
taciturno e incesante?
Pues, para tu fiel
admirador no existe el olvidar:
Tus delicados pasos siempre son presentes.
¿Algo lastimo tu fe,
fuerza, valor o gracia,
algo hizo que me abandonases?
No te preocupes, entre lluvia indecente,
nieve vagamente fiestera,
y todo lo demás siempre te admiraré.
¿O tan solo abandonarme,
y solo, ansioso y en vela,
decidiste dejarme?
De no ser o ser,
de esa, injusta y sádica manera,
yo siempre a tu regreso esperaré.
Dime, dime:
¿Adónde has ido a parar,
mi pequeño pétalo danzante?