Cuando Juan vio a Jesus en Patmos;
No vio más al humilde carpintero;
Ni al reo injustamente crucificado;
Vio a Dios como sol en figura humana;
Sus ojos como llamas de fuego, y su voz;
Como el estruendo de muchas aguas.
No pudiendo estar firme ante tanta majestad y pureza;
Juan cayó como muerto ante los pies de Jesus;
El lo levantó y le reveló;
Lo que en el futuro iba a acontecer;
Con su iglesia, con Israel y con el mundo gentil;
Jesus, el Hijo de Dios;
No es mas el crucificado;
Que inspira lástima y tristeza;
El es Rey de reyes y Señor de señores;
A quien todos se postraran y confesarán;
Que El es el" Adonai", el "Hamassiah" esperado.
Búscalo en esta epoca de gracia;
Su amor y misericordia no tienen limite;
Para El, tu pasado no importa;
El es generoso en perdonar;
Solo reconocelo como tu Señor;
Por el sacrificio que hizo por ti en la cruz.
Entonces te vestirá de ropas blancas;
Y vivirás para siempre con El;
Te dará un nuevo corazón;
Harás grandes proezas;
y experimentaras grandes milagros en tu vida.
Que te detiene a dar este paso de obediencia?
De reconocer a Jesus como tu Señor?
Tarde que temprano tendrás que hacerlo;
ya sea en esta vida o al final de los tiempos;
En el Juicio ante El Gran Trono Blanco;
sobre aquellos que le rechazaron.
Arrepiéntete amigo;
No es casualidad que leas esto;
El ha estado tocando a la puerta de tu corazón;
Ya es tiempo que le reconozcas;
Dale pues un giro a tu vida;
Y empieza a disfrutar de su amor.