El álamo viejo y solitario
Tiene las raíces cansadas
para subir la savia a lo alto,
está perdiendo el equilibrio
yéndose de costado
Sus escasas hojas
van dejando un sembrado
de color amarillento
a sus pies atolondrados
Pero en un momento
a su piel ha llegado
una mata de hojas
de tono colorado.
El álamo la recibió
como un don regalado.
A su oido le cuenta
como somos los humanos
Soy parte de la alameda
como último soldado
los demás ya cayeron
por los hombres derribados
dejándo morir algunos
a mis pies algo cansados
no son capaces de ver
lo bueno de mis hermanos.
Si entre ellos se pisotean
sin importarles el daño.
Yo te recibo hermano
con agradecimiento sagrado,
porque estoy muriendo de pie
con una corona de flores adornado.