gammon

Una historia de amor en el verano

 

Mientras ella despide con su belleza indígena
y su insolente juventud los años ya vividos,
y amanecen soles nocturnos en su pecho, 
se va desnudando lentamente y promete contar una historia de amor en el verano.


 Él trazaba en su espalda imaginarias madrugadas,

le soñaba lunares en los pechos redondos,

la miraba desnudándola, lejana e imposible como la luna nueva.

 

Ella sorteaba su mirada, sin apenas sentirla,
respirado el aire de su tribal encanto,
lo imaginaba en los brazos de otro amor y se alejaba. 

 

Un día rompieron la barrera del silencio,
traspasaron el muro de las indecisiones, 
comenzaron una conversación, 
hechos mortales entre las dunas del lenguaje.

 

Él la besó primero, pero nunca sabremos quién fue artíficede ese encontrarse de manos y de labios,
y ella quedó enredada en ese beso, 
caderas explotando en las finas hebras de la noche.

 

Hubo después tropiezos, caídas y un levantarse a tientaspara volver al ruedo de la vida.
Ella signó con amor el dulce lecho,
él siguió deshojando imposibles margaritas de su sexo.

 

Había una violencia en su pasión,
un querer extinguirse en cada movimiento,
una fuerza de fiera acorralada por su propio deseo.
Intenta huir, pero ama cada barrote de su celda.

 

Dieron algunos pasos por sendas inextricables,
las sábanas de versos acunaron nocturnas incursiones,guardaron el secreto de su amor como un diamante virgen,lo envolvieron en pétalos de orquídeas, en madreselvas amarillas,
lo metieron en una urna frágil, de puro vidrio, para que nadie lo rompiera… 

 

Y sin promesas al uso, sin mentiras donde el amor es eterno naufragio,sin falsas ternezas de colegial emancipado,creció el deseo hasta tocar los límites de un imposible goce,creció el amor hasta rayar la línea ambivalente de su bestia.

 

Vidas acompasadas, de breves momentos compartidos entre letras,de amarse hasta extinguir todas las estrategias,de agotarse en el verso para nacer mañana en el siguiente.

 

Dolor de haber gozado hasta el extremo mismo de lo humano.Huellas de  tu piel en mi memoria, huellas digitales de algún poema que escribimos cada noche en el papiro de la luna.

 

 

Hoy habrá maremotos en las lindes de mi sexo,

extensos cataclismos de amor en la mirada,
te haré vibrar al ritmo de una música nuestra,
al ritmo de mi herida, de mi ausencia.

 

Los refulgentes soles nocturnos de tu pechos
pondrán una luz inextinguible
en mis pupilas de macho enamorado.